










(2015-Actualidad) Cada ciudad tiene su ritmo y cadencia, una serie de elementos y actividades que le caracteriza y a los cuales respondemos. Como seres humanos hemos creado las ciudades para beneficio nuestro, concebidas como centros de intercambios e interacciones, siempre en constante evolución. Cada ciudad es un escenario de múltiples desarrollos culturales en donde se llevan a cabo diversas actividades importantes para la construcción diaria de la ciudad, sus memorias y sus habitantes. Una vez creada, la ciudad desarrolla su propio carácter y modifica nuestro comportamiento, su ritmo nos obliga a adaptarnos y reaccionar, definiendo nuestros patrones de comportamiento individual y social. A diario estamos rodeados de personajes, objetos y escenas que usualmente pasan desapercibidas en el frenético ritmo de nuestras rutinas. Desde las entrañas de la ciudad se tejen una multiplicidad de historias y rutinas, un inagotable flujo de comunicación e información que construye nuestra memoria y forja nuestra identidad. Cada ciudad construye su memoria visual a partir de fragmentos del tiempo, haciendo visible lo que usualmente pasa desapercibido y narrando historias de la fenomenología de lo cotidiano. Cada ciudad tiene su ritmo y cadencia, un amplio espacio negativo que da forma a nuestra figura.